Hace diez días que llueve
todos somos
un poco
Isabel viendo llover en Macondo
y también
los bichitos de la humedad
que se comen los recuerdos
y las patas de madera
de la mesa de la galería
y los teros gritones
y las gotas diminutas
que resbalan apenas
por los bordes de las celosías.
Hace diez días que llueve
y nadie viene a salvarnos
la ropa mojada en la soga del patio
los caracoles, los sapos
los perros con las patas
llenas de barro
saben más que nosotros
del futuro.
Y a la noche el techo de chapa
bajito canta
su canción llorada.
El fondo de todo es el silencio.
Somos también
nosotros
el tiempo que nos transcurre.
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