30.5.16

Los versos de la soledad. (Canción para el final de un wéstern)




Indicaciones:
La cámara debe alejarse, abriendo el plano, hasta que el atardecer sea un incendio sobre el Misisipi. O sobre el Paraná.





Conozco los versos de la soledad
son esos que llegan a deshoras
rengos, a contratiempo
rompiendo a cada rato
la armónica dicotomía
de sístole y de diástole
torcidos y distorsionados
como si sangraran
de alcoholes pendencieros
como una cucaracha entre las bolsas de plástico
como un moretón desconocido
un accidente ferroviario
un animal muerto enterrado en el barro
un lejano fenómeno de la física
un panal de abejas incendiado
una mañana de sol en la memoria.

Una casa atravesada
de balazos
y la luz colándose
por los agujeros perfectos
y redondos
que dejó el plomo.



13.5.16

Benzodiazepina blues.


Los siguientes versos me fueron dictados en silencio por unas voces rasposas y tiernas, una noche del verano pasado, entre discos y vinos. Después se fueron apagando, despacito, hasta desaparecer en el tiempo.



“Se muere escuchando el noticiero
donde cuentan cómo le dan caza…”
Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota

Te hiponotizan te duermen
te requisan te divisan te dividen
te desconectan-conectan-desconectan
ahora te prendo ahora te apago
te acarician te soportan te mantienen
te sedientan te maltrechan te sostienen
te ofertan te venden te saturan
te investigan te manipulan te vigilan
te compran te destruyen
te salvan te construyen
te nublan te envuelven te burlan
te mienten te ocultan te ignoran
te suspenden te desgastan te aniquilan
te seducen te desprecian te culpan
te absuelven te alquilan te desnutren
te mambean te levantan te actualizan
te descargan te transfieren
te borran te implantan te rehacen
te dejan huellas
te buscan y te encuentran.
Te necesitan.


10.5.16

Cicatrices.

"Un amigo me dice
que los poetas
tenemos una rara condición:
como los moretones
aparecemos después de los golpes."
Estela Figueroa.

Todas las cosas un límite
y no el cielo, ya no
pero si el dolor
si tuviéramos, y que no vuelva
un alma, podríamos
atarla a un par, y que no vuelva 
de negros pájaros 
pero es tanta la tierra
y todo lo que llora en los terrones.
Todas las cosas un límite
uno mismo las 
cicatrices y ya tan 
chiquito el corazón.