La luz que
flota oblicua
en los
límites del día nos devuelve
feroz al
plano de estar
vivos y los
dolientes
clavos de la
tarde tararean serenatas
que amaderan
el sabor del olvido.
Fortalezas de
brazos y estentóreas
carcajadas que son, más que un anuncio
de la forma
estival, una promesa.
El fuego es un milagro desatado
la noche paz en la tormenta
el vino cicatriz dentro del pecho
el sol una esperanza. Su sonrisa
nada menos que un buen recuerdo.
"El fuego es un milagro desatado..."
ResponderEliminarMe encantó ese verso, amén del resto. Me gusta tu prosa.