Cuando
pasa por la puerta
su
sonrisa es el lazo
embravecido
de la tarde girando
como
gira el universo y espantando
con
su giro fraternal a los fantasmas.
El
sol entonces une
con
la amistad su fuego incomparable
de
tibieza y son pájaros libres los minutos
que
transcurren como luz
en
las veredas.
El
duende del alcohol ronda la casa
por
la ventana entra junto con la tarde
las
canciones y el vino fuerzan a que huyan
al
oscuro territorio del olvido
las
tristezas.
A Virginia Volken.
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