Se apalean
por la espalda y a traición
se amontonan
se amuchan
y hay un hombre parado en el medio del frío
y de la soledad.
Y los monigotes lo miran
con los cuencos vacíos unos
tuertos los otros
claro, el aún conserva sus ojos
y un brillo de vida en las pupilas.
Y lo rodean
los monigotes,
lo acechan
y dios que no puede estar en todos lados
y el frío, y la soledad
y la ciudad a las diez de la mañana.
Intensa imagen...
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