Recuerdo como era
temblar por nada
y más lejos aún
veo el blanco
y las plegarias
y el miedo a dios.
La tarde al sol
la juventud
la ventana abierta
la ventana abierta.
El empedrado
las horas inquietas
y una figura en el camino
que no se parece a nadie.
Los perros de toda la ciudad
en el diminuto e interminable
laberinto del cabello suelto
de la niña roja y amarilla
que cada mañana saluda al sol
y cada noche aúlla a la luna.
La humedad se amontonaba
en las veredas,
en el empedrado con aquella figura
que no se parece a nadie
y la ventana abierta.
El domingo único
de comienzos del verano
con la piel y los lunares, descubiertos
el llanto y la sonrisa
el abrazo, el adiós
y en el reverso de la memoria
un verso
por la ventana abierta
por si vuelve el miedo
por si se queda el dolor.
CADA JUEVES UN RELATO: LA PLAYA
Hace 1 hora
Por si nos hacemos débiles, cobardes, adictos al reverso de esa memoria cruel.
ResponderEliminarUn beso.