9.11.10

VOLABA.



En aquella época pisar el suelo era algo de lo mas extraño para ella, andaba siempre esparcida por el aire, levitando o sencillamente descansando su leve peso en alguna rama muy finita del árbol con forma de brazos abiertos que gobernaba un pequeño espacio del final del camino que nacía en su casa y terminaba en la calle principal.


Yo nunca volé y, después de dos o tres intentos fallidos y algunos golpes, aprendí bien a quedarme en el piso e incluso a disfrutar mis largas estadías pisando el mundo. Por aquellas tardes gustaba yo de sentarme a leer debajo de lo árboles y a contar la cantidad de autos azules que venían del norte y de los rojos que venían del sur.


Fue en una de esas tardes que la conocí, yo estaba sentado a la sombra del árbol con forma de brazos abiertos, pasaban muy pocos autos, el libro que tenia estaba escrito en otro idioma y a partir de la cuarta o quinta página se volvía algo somnífero. Cerré los ojos pensando un país lejano y dormite un buen rato hasta que un suave ruido como de pájaros diminutos me sacó del letargo. Cuando levante la vista la vi, toda poesía y libertad, orgullosa y atardecida.


Nos amamos de verdad, francamente y cara a cara, ella flotando en el aire, yo caminando a su lado. Yo sentado debajo de un árbol, ella revoloteando a mi alrededor.


Soy consiente que quiso enseñarme a volar, pero fue inútil, apenas separaba yo los talones del suelo y ya me daban mareos, angustias y malos presagios.


Su condición de brisa y pájaro la llevo, no sin dolor, lo se, a emigrar. Yo me quede con mi costumbre de tener los pies en el suelo.


Ya no me siento a la sombra de los árboles, es cierto que alguna tarde, impulsado por la nostalgia y el frio, habré pasado por la esquina del árbol con forma de brazos abiertos, pero ahora prefiero los cordones de las veredas o sencillamente quedarme de pie.


El viento y el olor de los jazmines me la recuerdan, seguro que anda volando o flotando en algún lugar del universo.



4 comentarios:

  1. Muy bonito.
    Estoy empezando a leer El barón rampante, de Italo Calvino, y me recordó un poco la historia de ese muchacho que está sobre las ramas.

    Besos

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  2. No tengo palabras. Es todo tan.. desde el corazón... Lo he leído varias veces. Me he emocionado. :)

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  3. El texto me gustó. Buen clima, pero…
    Así es el amor ¿verdad?, añoranza, melancolía, y en algún punto una sensación de que el otro tiene algo que nosotros no podemos tener, como alas para volar.
    Está bien plasmado en el texto, te lleva a la sensación de que no podemos tener aquello que amamos, uno en la tierra, el otro en el aire. Sin embargo estuvieron juntos. ¿Y solo volaron? o además pasearon por los bosques caminando, cruzaron puentes y saltaron charcos. Tal vez me haya endurecido, pero no me llevo bien con la melancolía. La tristeza detiene, entorpece, limita, incluso enfría el corazón que se entristece. Si el personaje del texto quiso volar y no pudo, tal vez no era lo suyo andar por el espacio, además hay mucha mujer terrestre, incluso acuática para conocer. Tal vez si existiera más fuerza de voluntad desaparecería el romanticismo. No lo sé.
    Abrazo.

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