Era otro día
ayer
con el rojizo sol de unos ojos
pariendo el alba
empujando la mañana
inclinandola hacia la desverguenza
y el desparpajo.
Pasa entonces
como siempre que arrecian las tormentas
aquella lágrima quebrando la tarde
con gusto a barcos que se queman
a velas destrozadas
a sueños ahogados
y aquellos rincones cubriendose de gris
y aquel aroma a nomeolvides.
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