A los que se van y a los se
quedan.
A los que se quedaron y a los que
se fueron.
Porque más no se podía
porque algo se había roto
o se había terminado
porque algo nuevo traía el
viento
porque la vida es tremenda
y el futuro incierto
como una nube encallada en
la llanura.
Girar la brújula
en la primer bifurcación
posible.
Y atrás va quedando
la sed infinita de ternura
los paraísos que mata el
glifosato
el miedo a no saber vivir
la pesada memoria de los
muertos
el llamado de la sangre
latiendo
los perros aullando a la
luna.
Finales inciertos
rotundo amor ennegrecido
por el hollín
de las malditas chimeneas
y los domingos con
tristeza de partir.
Hasta que partir fue para
siempre.
Pero allá atrás
también
quedamos nosotros
tan vivos y tan
muertos como de costumbre.
Ahora queman residuos en
el basural
y los domingos casi siempre
llueve.
Y nadie
viene a preguntar
por el poema que le debo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario