20.5.10

Aquel memorable baile

La niña baila y se aleja, el hombre la mira. La mira irse sin guardarse nada, sin nada que le sobre. Ya vienen las sombras desde lo profundo de sus ojos, el hombre se duerme para volver a soñar con la niña que baila y se aleja.

18.5.10

Lo encontre en El diario de la rosa

Quiero compartir este poema cuya autoría pertenece a 
Argénida Vanessa Romero del Rosario y se puede leer en:
 
 
Primavera 0

No, señor,
aquí la primavera nunca llega.
Las flores son niñas prófugas
que se esconden de la muerte.
¿No lo ve, señor?
Sólo sirven de máscaras.
En el fondo, aquí todo arde o se congela
no hay terminos medios
ni las líneas tienen espacio
para ocultar las batallas perdidas.
¿Qué le duele esto, señor?
No se preocupe.
Aquí a todos nos duele algo
más por dentro que por fuera,
porque por dentro está el fondo
y ahí reinan los paredones.
Si, señor, el fondo.
Eso que resuena tras su boca
y lo llena de palabras
o de silencios.
¿Qué quiere ir al fondo, señor?
¿Al fondo de qué?
¿De sus palabras o de sus silencios?
¿De los dos?
Es un viaje peligroso, señor.
Ya sé lo dije
ahí sólo existen paredones
ah...
y también espejos.
Espejos y paredones.
Puede tomar el riesgo, señor,
claro que puede
pero no espere nunca la primavera.
Las flores, aquí,
siempre agonizan en verano.

Vagabundeo

Acomodado enfrente de la ventana
te imagino sola en la lejana y gran ciudad,
me despabilo, enciendo un cigarrillo
y salgo a la calle
como salto a la batalla
desarmado y sin chaleco
solo una espada de recuerdos
y el grito guerrero, sin voz
de un amor atemporal
de un amor sin vos.
Busco un bar para dejarme caer
y no morir en el desierto de estas calles,
sé que cuando regrese 
la noche me estará esperando.

Vuelvo silbando para ahuyentar el olvido.

Un día común

Miro hablo huelo bostezo suspiro
camino, prepapro el mate
recorro el mundo con mi corto alcance
te extraño
abrazo escupo tiemblo grito
giro en mi, solo
me cambio de ropa
ya no beso
escribo leo insulto pienso
pienso en vos, otra vez
escucho los gatos pelear de amor en el techo
ya no insulto
como bebo duermo sueño
giro en mi, para nadie
ya no duermo
ya no sueño.

17.5.10

El cansancio de Oliverio.

El cansancio de Oliverio seguramente sera el cansancio de tantos de nosotros, pero a el le nacieron las palabras justas, para el que ya lo conocía y para el que no.

Cansancio (Oliverio Girondo)

Cansado.
¡Sí!
Cansado
de usar un solo bazo,
dos labios,
veinte dedos,
no sé cuántas palabras,
no sé cuántos recuerdos,
grisáceos,
fragmentarios.

Cansado,
muy cansado
de este frío esqueleto,
tan púdico,
tan casto,
que cuando se desnude
no sabré si es el mismo
que usé mientras vivía.

Cansado.
¡Sí!
Cansado
por carecer de antenas,
de un ojo en cada omóplato
y de una cola auténtica,
alegre,
desatada,
y no este rabo hipócrita,
degenerado,
enano.

Cansado,
sobre todo,
de estar siempre conmigo,
de hallarme cada día,
cuando termina el sueño,
allí, donde me encuentre,
con las mismas narices
y con las mismas piernas;
como si no deseara
esperar la rompiente con un cutis de playa,
ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,
acariciar la tierra con un vientre de oruga,
y vivir, unos meses, adentro de una piedra.

Catálogo de bestias.

Oscuras bestias de futuro
amarillas bestias de tristeza
rojas bestias de lejanías.
Transparentes bestias amorosas.
Ocres bestias otoñales que,
como no pueden con su mundo,
invaden el mío.
Y yo que nunca aprendi a escapar.

14.5.10

Tormenta

Era otro día
ayer
con el rojizo sol de unos ojos
pariendo el alba
empujando la mañana
inclinandola hacia la desverguenza
y el desparpajo.

Pasa entonces
como siempre que arrecian las tormentas
aquella lágrima quebrando la tarde
con gusto a barcos que se queman
a velas destrozadas
a sueños ahogados
y aquellos rincones cubriendose de gris
y aquel aroma a nomeolvides.

6.5.10

La memoria del otoño

Con cuanta pedantería
llega la tristeza
creyéndonos ya vencidos
de antemano.

Se deshoja un árbol de risas
en el medio de la memoria del otoño.
Y un hombre perro pájaro gato
recoge las hojas y las protege
del frío de la tarde.
Perropájarogato...

5.5.10

¿Quién abre las ventanas? (El barro y los colores)

Alguien me dijo que el mundo no tiene colores y supe entonces exactamente que me estaba pasando, es que te los llevaste todos y aunque revuelvo con los ojos cada uno de los rincones esperando encontrar algun opaco destello que hayas dejado no distingo ni reflejos de aquel colorido sitio que habitamos, tan lleno de rojos y celestes y morados violetas, azules, todos los verdes, amarillos...
Es que, segun esta persona, al mundo le damos los colores nosotros, pero yo nunca fui particularmente colorido y sin tu pincel no puedo pintar nada, ni de negro.

¿Quién pregunta por los colores?
¿Quién ahuyenta los miedos?
¿Quién habre las ventanas
y siembra soles en el mas
gris de todos los Domingos?

Canta lejos un pájaro de vida,
cada vez mas lejos
y entre invisibles mariposas caníbales
se debate mi alma por sacar los píes del barro.
Y entonces el mas gris de todos los Domingos
se inmola por mí
y me avisa:
si no puedo salir del lodazal
empieza a ser hora
de darle forma al barro.
Y un susurro:
El mismo barro que alberga lombrices insomnes
puede ser algún día el lugar para empezar a ver colores.